ENTONCES...¿LOS ARTISTAS ESTAMOS UN POCO LOCOS? II

 Ya he comentado en clase que este trabajo viene de uno de cursos anteriores, pero sobre todo de la concurrencia de la exposición de Tim Burton en Madrid y de que los Reyes Magos me han dejado un ejemplar del último título de Rosa Montero: "El peligro de estar cuerda".

Fotografía de Jane Kortright
Fotografía de Jane Kortright

Os comparto un poquito del comienzo del libro.

"Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. A los seis o siete años, todos los días, antes de dormir, le pedía a mi madre que escondiera un pequeño adorno que había en casa, un horroroso calderito de cobre, el típico objeto de tienda de suvenires baratos o quizá incluso el regalo de un restaurante. Y se lo pedía no porque me incomodara la fealdad del cacharro, lo cual hubiera resultado un poco extraño pero en cierto modo distinguido, sino porque había leído en alguna parte que el cobre era venenoso, y temía levantarme sonámbula en mitad de la noche y ponerme a darle lametazos al caldero. No sé bien cómo se me pudo ocurrir semejante idea (con el agravante de que jamás he sido sonámbula), pero ya entonces hasta a mí me parecía un poco rara. Lo cual no evitó que pudiera visualizarme con toda claridad chupando el metal, y que, aterrada, durante cierto tiempo le pidiera a mi madre que porfavorporfavor no dejara de esconder el objeto en algún lugar recóndito, a ser posible un sitio distinto cada vez, para que me fuera imposible encontrarlo. Mi imaginación, como se ve, siempre ha galopado por su cuenta. Y mi divina madre asentía muy seria y prometía guardarlo bien guardado. Entendía a los niños de una manera mágica, y además ahora pienso que es probable que a ella le hubieran ocurrido cosas semejantes de pequeña. Porque también tenía una cabeza voladora."

Curioso, ¿verdad?. Seguramente os hayan pasado cosas parecidas, aunque ya sería de extrema casualidad que también tuviéseis miedo a chupar cobre (que al poco la autora nos explica que ni siquiera es tan venenoso como para ser un peligro el chuparlo).

Un poco más adelante ya nos aclara que "...una de las cosas buenas que fui descubriendo con los años es que ser raro no es nada raro..." Y eso es algo que ha estado rondando el acto de la creatividad desde el comienzo de los tiempos.

Esa afirmación de que el artista es un poco loco, que los genios sacan su creatividad de la locura, del desequilibrio, es fácil de expresar... y difícil de sostener. Aunque muchos escritores, pintores, músicos, escultores, cineastas, actores, dibujantes de cómics, etc. han entrado y salido de los mundos del desequilibrio mental y hasta de la locura más profunda, también han sido muchos más los que han disfrutado de vidas normales, anodinas e incluso aburridas.



Autorretrato Edward Hopper. 1930

Como era de esperar.

Le Désespéré. Autorretrato de Gustavo Courbet

Pero eso no es tan atractivo como creer que el artista es un ser raro, un loco, un incomprensible mono que vive cerca de los dioses.












Si ser raro no fuera tan raro, todos tendríamos más asumido que el lado oscuro de la vida no es tan oscuro, es solamente la sombra que alivia las luces cegadoras, el sol hiriente.

En una investigación del Instituto Karolinska de Estocolmo, publicado en  Journal of Psychiatric Research se demostró que existe una conexión entre ser escritor y padecer esquizofrenia. Y que bailarines, fotógrafos e investigadores científicos son más propensos a padecer trastorno bipolar. Así que no es tan raro, ni tan propio de artistas y de genios. De todo hay en la Viña del Señor.

Por eso es relevante este trabajo. Porque Timothy Walter Burton nos acerca a esos personajes raros y monstruosos y locos y disparatados sin ningún atisbo de censura moral, sin ningún rechazo por lo que aparentan, sin alterarse al descubrir que están entre nosotros. Y además lo hace con humor y estilo.

Y en servilletas de papel del bar.


Ahora os toca abocetar a vosotras.


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